Re: [Trama] Despertando entre tempanos de hielo

Mis movimientos eran rápidos y gracias a mi agilidad y velocidad había conseguido evadir los golpes de aquellos gigantes. Sin embargo... me quedé completamente alucinado y boquiabierto al comprobar cómo mi poderosa patada no tenía ningún resultado ni efecto contra aquel gigante. Mi ataque no sólo había sido inútil y me había hecho perder fuerza... sino que además había revelado mi posición y no me daría tiempo a esquivar el siguiente golpe porque todavía seguía en el aire debido al salto para llegar a su trasero.-Mierda...-Esa palabra fue todo lo que pude decir en ese breve periodo de tiempo, porque acto seguido, el gigante se giró y me dio un golpe con su enorme mano, tirándome contra el suelo helado del iceberg y aplastándome contra él, al mismo tiempo que alzaba el garrote con la otra mano. El golpe iba a ser letal y seguro que acabaría conmigo, así que cerré los ojos con fuerza: no quería verlo. Sin embargo... un temblor afortunado hizo que el gigante me soltara, cuyo instante aproveché para abrir los ojos y ponerme de pie, dando unos saltos hacia atrás para coger una distancia considerable y segura, con la intención de prepararme para seguir con la pelea o distracción mientras que el resto rescataba a la joven... una joven que ahora estaba en libertad, según podían ver mis ojos. En uno de los barcos se encontraban Nagato y el shinobi silencioso: estaban junto a la dama.

Los gigantes no tardaron en darse cuenta de lo que estaba pasando: tal vez debido a mi mirada o tal vez porque querían saber de dónde había venido ese temblor. Parecía ser que el pequeño terremoto lo había provocado Nagato, maniobrando el barco y haciéndolo chocar contra el iceberg, aunque sin destrozarlo, claro... si todo salía bien, esa sería nuestra fuente de escapatoria y salvación. Uno de los gigantes corrió hacia el barco con el objetivo de atacarlos... por desgracia, yo ya no podía ayudarlos porque estaba demasiado cansado como para correr hacia ellos, y además, todavía quedaba el otro gigante que seguro me detendría y no me dejaría pasar. De repente... todo pasó muy rápido: un ataque veloz y poderoso como un rayo, impactó en aquel gigante, impactándolo contra el iceberg, totalmente desangrado.-¡¿Qué diablos?!-Mis ojos no daban crédito a lo poco que habían conseguido ver. Si mi vista no me engañaba, aquella joven había derrotado al gigante con un sólo ataque... y con una técnica muy difícil de ver. Acto seguido, la joven alzó una mano, al mismo tiempo que decía unas palabras un tanto extrañas: hablaba de un tierra desconocida y de un dios. El caso era que el gigante que me había apresado anteriormente, ahora estaba temblando de miedo. ¿Tan poderosa era aquella dama? Yo mismo puede responderme mi propia pregunta, porque después de pronunciar esas palabras, un potente relámpago salió de su mano dirigido hacia el gigante, derrotándolo y haciéndolo caer al iceberg completamente chamuscado.

Estaba tan asombrado por lo que de verdad había visto que mis ojos se habían abierto como platos. Ahora mi cuerpo estaba temblando: tal vez debido al frío, o tal vez por miedo y la impresión que me había dado la derrota de esos gigantes con un simple ataque. Retrocedí unos pasos, dudoso, resbalándome con un charco de agua que se había descongelado y cayendo al suelo de culo, apoyando mis manos en él, sin saber lo que hacer y sin saber lo que decir. Desconocíamos la procedencia de esa persona... y aunque la hubiéramos salvado y hubiese derrotado a los gigantes, a lo mejor era malvada y ahora nos tocaba el turno a nosotros. Mi boca temblaba y mis labios estaban cortados por el frío... señalando a Nagato con el dedo índice de mi mano derecha, le dije unas palabras, forzando mi voz para que me escuchara: estaba tiritando y no podría entenderme muy bien, así que fui lo más claro posible.-¡El pergamino... enséñale... el perg...amino!-Inconscientemente, mi mente había asociado el pergamino con esa mujer. Recordando lo único que había escrito en él (el kanji del trueno), había supuesto que esa mujer reconocería de alguna forma el pergamino o tendría algo que ver con él... aunque solo era una corazonada, un pensamiento provocado al ver su rápido y poderoso ataque con un rayo, y, después de todo, rayo y trueno eran prácticamente lo mismo.